viernes, 11 de diciembre de 2009

Mes temático: Rusos







FIÓDOR MIJÁILOVICH DOSTOYEVSKI

(Фёдор Михайлович Достоевский - Moscú, 11 de noviembre de 1821 – San Petersburgo, 9 de febrero de 1881)














Crimen y castigo (fragmento)

"A la mañana siguiente se despertó tarde, tras un sueño agitado que no lo había descansado. Se levantó bilioso, irritado, de mal humor, y consideró su habitación con odio. Era una jaula minúscula, de no más de seis pies de largo, y tenía un aspecto miserable con su papel amarillento y lleno de polvo colgando en jirones de las paredes.
(...)
Le dió el golpe precisamente en la mollera, a lo que contribuyó la baja estatura de la víctima. Enseguida, le hirió por segunda y por tercera vez, siempre con el revés del hacha y siempre en la mollera. La sangre brotó cual una copa volcada, y el cuerpo se desplomó hacia delante en el suelo. El se echó atrás para facilitar la caída y se inclinó sobre su rostro: estaba muerta. Las pupilas de los ojos, dilatadas, parecían querer salírsele de sus órbitas; la frente y la cara muequeaban en las convulsiones de la agonía.
(...)
¿Donde he leído -pensó Raskólnikov prosiguiendo su camino-, dónde he leído lo que decía o pensaba un condenado a muerte una hora antes de que lo ejecutaran? Que si debiera vivir en algún sitio elevado, encima de una roca, en una superficie tan pequeña que sólo ofreciera espacio para colocar los pies, y en torno se abrieran el abismo, el océano, tinieblas eternas, eterna soledad y tormenta; si debiera permanecer en el espacio de una vara durante toda la vida, mil años, una eternidad, preferiría vivir así que morir. ¡Vivir, como quiera que fuese, pero vivir!"


El idiota (fragmento)

"-Por lo menos, bueno es saber que cuando la cabeza rueda no sufren mucho.
-Acaba usted de hacer la observación que hace casi todo el mundo y que es cierta. Precisamente la guillotina se ha inventado para evitar sufrimiento. Pero yo pienso siempre: ¿y no será peor así? Quizá a usted se le antoje mi idea ridícula y absurda, pero cuando se tiene un poco de imaginación ¡se le ocurren a uno tantas cosas! Reflexione usted. Si se trata, por ejemplo, de un hombre al cual se somete a la tortura, existe el sufrimiento, las heridas, la agonía corporal que distrae del dolor espiritual, y así, hasta el momento mismo de la muerte, sólo sufre de las heridas. Porque el mayor y peor padecer quizá no es el que infligen las heridas, sino la certeza de que dentro de una hora, de diez minutos, de medio minuto, ahora mismo, el alma se te escapará del cuerpo y dejaras de ser un hombre, y saber que esto ocurrirá fija, irremisiblemente. En la guillotina, lo terrible se concentra en un solo instante, mientras tienes la cabeza expuesta a la cuchilla y oyes como ésta se desliza hacia tu cuello. No vaya a creer que todo es idea mía solamente, sino que así lo piensa mucha gente. Estoy tan seguro de ello, que voy a exponerle francamente mi opinión. Cuando se mata a un hombre legalmente, se comete un crimen mucho mayor que el que cometió el mismo reo. El viajero a quien apuñalan unos forajidos en el bosque tiene esperanzas de salvarse hasta el ultimo momento. Se han dado casos de hombres con la garganta seccionada que no perdían la esperanza de huir, o que pedían que se les perdonase la vida. Y esa ultima esperanza que hace diez veces más fácil morir, desaparece a causa de esa sentencia irremisible: saber que debes morir. La mayor agonía estriba entonces en el hecho de que sabes que vas a morir, y ninguna tortura peor que esa. Durante una batalla puede llevarse al soldado hasta la boca misma de los cañones. No perderá la esperanza hasta el momento mismo en que disparen contra el. Pero léale a ese mismo soldado su sentencia de muerte y romperá a llorar o se volverá loco. ¿Cómo es posible suponer que un hombre sea capaz de soportar una cosa así sin volverse loco? ¿Por qué esa mofa cruel, abyecta, innecesaria? Quizá exista un hombre al que después de haberlo sentenciado a muerte le hayan otorgado el perdón. Sólo ese hombre podría contarnos su agonía. De ese tormento y de ese horror nos hablo Cristo. ¡No, al hombre no puede tratársele así!"


Los endemoniados (fragmento)

"He pensado que algún día me llevarías a un lugar habitado por una araña del tamaño de un hombre y que pasaríamos toda la vida mirándola, aterrados."


Noches blancas (fragmento)

"Y no he vuelto a ver a Nástenka. ¿Entristecer con mi presencia su felicidad, ser un reproche, marchitar las flores que se puso en los cabellos para ir al altar? ¡Jamás, jamás! ¡Que su cielo sea sereno, que su sonrisa sea clara! Yo te bendigo por el instante de alegría que diste al transeúnte melancólico, extraño, solitario... ¡Dios mío! ¿Un instante de felicidad no es suficiente para toda una vida?"

jueves, 10 de diciembre de 2009

Temblores sempiternos

Temm
blo
ress sempiternoss murmurantess
como una
sentencia fatídica.



Desde este < ángulo > abis mal
las palabras
no llegan
no
las palabras son casi como
balas en la frente de todos los pájaros

(Derroche de pólvora
para tanta volatilidad alejá andose)


pero, déja me
decir te, Mi Amor
(y retengo tus ojos atigrados míos un segundo tuyo en mis manos):


el tiempo, las balas
no matan
tan sólo apartan los pensamientos a
un costado negro sin intenciones.
(postergando)


Engañan vilmente como sólo lo haría una madre,
arropan conternura una
desnudez latente que se
des
vis
te a des horas.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Inexistencia

Te señalo con mi dedo torcido
absurdo

a vos

te bendigo a sorbos
en un movimiento de columpio perturbado.

Hay un Dios artificial
que protege tus palabras
está la letanía en todo
lo que tocas
impureza
mástil en tu frente
cuando no comprende y se arruga paralela
al suelo,
siempre
y sufro.

Sólo queda observarte y llorar de angustia
hacer un racimo seco con las manos limpias
guardarse en un cajón implorando
ceguera
oruga solitaria
baldosa fría
inexistencia.